El que llega a Crespi d’Adda, cerca de Bergamo, tiene la impresión de que el tiempo se haya parado.

La Fábrica, edificada sobre la ribera izquierda del río de donde se sacaba la energía eléctrica para el funcionamiento de las máquinas, guarda intacta su armoniosa arquitectura.

Las vivienda de los obreros, todas colocadas en fila, las calles rectilíneas, los jardines bien cuidados, la escuela, el teatro, el “dopolavoro” y la bonita iglesia, evocan una vida escandida por los  ritmos del trabajo.

Más apartadas las villas de los directores y la suntuosa villa patronal y al final el cementerio demuestran el proyecto de un “empresario iluminado”.

En Crespi d’Adda hoy día habitan principalmente los descendientes de los oficiales que en el siglo pasado tabajaron en la Fábrica local que dejó de funcionar sólo una decena de años atrás. Los que viven hoy en las casas, ahora de propiedad, cuidan los huertos y los jardines y respetan el contexto del pueblo conscientes de ser parte de un testimonio importante, objeto de estudios, búsquedas y, sobre todo, de gran interés histórico y cultural. La visita se desarrolla por entera andando, al exterior y en cada parte del pueblo.