Brescia es conocida en todo el mundo principalmente por las habilidades empresariales de sus habitantes y por la floreciente industria del hierro, pero te sorprenderá con palacios, monumentos e iglesias que dan testimonio de su larga historia.
Quizás fue aquí donde tuvo lugar la tragedia de Ermengarda, la repudiada esposa de Carlomagno, hija del último rey lombardo Desiderio, cuya figura es evocada por la presencia del monasterio de S. Salvatore, hoy sede del museo de Santa Giulia.

Desde la gran plaza sobre la que el monje Arnaldo vigila severamente, nos dirigimos hacia la Via dei Musei, el antiguo decumanus maximus de la ciudad, donde se encuentra el museo de Santa Giulia, memoria de la ciudad y guardián de tesoros antiguos: la domus
romana de Ortaglia, la basílica longobarda de San Salvatore, la románica Santa Maria in Solario que alberga la famosa Cruz de Desiderio.
El llamado "Corredor de la Unesco" nos introduce en las grandiosas ruinas de la Brixia romana: el Capitolium, donde se encuentra la estatua de bronce de la Victoria Alada, y luego los restos del teatro y el Foro.
La Edad Media viene a nuestro encuentro con el antiguo Broletto y Piazza Paolo VI, con la antigua Catedral, también conocida como la Rotonda, por su forma cilíndrica; junto a ella, destaca la fachada barroca del nuevo Duomo, resplandeciente en mármol blanco
Botticino.
Una calle porticada animada por tiendas de todo tipo nos conduce a la renacentista Piazza della Loggia, de memoria veneciana, con los "Macc de le ure" que marcan las horas en la plaza desde hace siglos.
Desde aquí, en pocos pasos, se llega a la Piazza della Vittoria, testimonio de la arquitectura racionalista, obra de Marcello Piacentini, el mismo arquitecto que había diseñado el centro moderno de Bérgamo varios años antes.

La visita a Brescia, por lo tanto, no es solo una visita turística, sino un verdadero viaje a través de los siglos!